Hay lugares que se visitan y lugares que te visitan a vos. El Bosque milenario en el Parque Nacional Los Alerces, pertenece a los segundos. No importa si llegás en catamarán desde Puerto Chucao ni cuánto tiempo dure el recorrido: lo cierto es que al poner un pie en ese sendero húmedo, donde cada raíz y cada tronco parecen reclamar atención, la sensación es la misma. Acá, manda la naturaleza! no nosotros.

 

Por Claudia Morán Cid-

Nuestra excursión comenzó en Trevelin. Son unos 20 minutos de camino de ripio aproximadamente, hasta llegar a Puerto Chucao. Durante ese trayecto,  las montañas que se elevan a los costados ya te adelantan que estás dejando atrás la vida cotidiana para entrar en otra dimensión.

Antes del catamarán, el bosque te pide entrar en calor. Desde que nos bajamos de la combi comenzó una caminata de aproximadamente 25 minutos — aunque en distancia fueron 2 Km reales, arrancando desde la pasarela del Río Arrayanes. En ese momento lo tomé como un simple acceso, pero en la vuelta entendí que era otra cosa: fue como atravesar el primer nivel de un atractivo mayor, una especie de prólogo que el bosque te pide recorrer antes de mostrarte su verdadera obra.

Y es que al subir al catamarán y comenzar la travesía por el Lago Menéndez, empieza el verdadero hechizo: cerros, glaciares y aguas tan claras que espejan las montañas con tanta claridad, que te confunde. Por momentos no sabes si vas flotando sobre el agua o volando entre las nubes.

 

Espejo de agua sobre el Lago Menéndez-Chubut. Camino a Puerto Sagrario

Tras una hora soñada de navegación, en donde observamos y pudimos fotografiar al Glaciar Torrecillas, la isla Grande, y el islote de Chucao, llegamos a Puerto Sagrario. Allí continuamos el recorrido junto a  Alejandra, nuestra guía de Safari Lacustre. Escucharla hablar del bosque nos introdujo en el sendero con tanta pasión que te atrapaba de inmediato. Y no era para menos: a medida que avanzábamos acompañados del murmullo de las piedras que recibían el caudal de Río Cisne, comprendí que no estaba ahí solo para mirar. Estaba para escuchar, tocar, sentir y aprender del Bosque Andino-Patagónico.

Vista desde la pasarela del Río Arrayanes.
Glaciar Torrecillas. Camino a Puerto Sagrario,
Mariano Odetti, Guardaparque en el Parque Nacional Los Alerces.
El encuentro con lo diminuto y lo gigante

Íbamos un poco rezagados del grupo, cuando un guardaparque que llevaba un sombrero de estilo Ranger, nos mostró algo que parecía insignificante, pero que cambió mi perspectiva: un alerce bebé. Tenía apenas un año y cabía en la palma de mi mano. A pocos metros, otro de tres años apenas me llegaba a la rodilla. Lo moví suavemente al primero para grabar un video y, de repente, me atravesó una duda ¿y si lo dañaba sin querer?

Sin embargo esa fragilidad quedó en suspenso cuando más tarde, apareció el gigante. “El Abuelo”: el árbol más longevo del pías y segundo en el mundo. Un alerce milenario de más de 2.600 años y 57 metros de altura. Frente a él me sentí diminuta, vulnerable… y maravillada. Ya no era yo la poderosa; era apenas una visitante ante un ser que ha vivido siglos observando el mundo.

Una escuela viviente

Lo que más me impactó es que el sendero que recorrimos por unos 90 minutos se transformó en una lección constante. No solo me llevé imágenes en la cámara: mi retina se convirtió en una película , donde cada detalle quedó grabado en una secuencia perfecta.

Caminar allí es como recorrer una biblioteca viva. Cada gota, raíz y semilla tiene un propósito. Los senderos bien señalizados parecen diseñados para enseñar sin palabras: ríos que se abren paso entre piedras cubiertas de musgo, cascadas que nacen de los deshielos, semillas que viajan para inventar nuevos árboles, Alerces, coihues, Cipreses y todo lo que compone lo que hoy es la Reserva de Biosfera Andino Norpatagónica, declarada desde 2017  Patrimonio de la Humanidad.

Es un escenario que guarda la memoria de miles de años y, al mismo tiempo, ensaya en presente el bosque del mañana.

¿Por qué no deberías saltearte esta experiencia?

Quien desea visitar el Alerzal, puede hacerlo. Debe hacerlo! El bosque es para todos: niños, parejas, familias o quienes decidan ir solos. Frente a un alerce bebé se entiende la fragilidad; frente al Abuelo, la humildad. Se toca, se escucha, se mira hacia arriba hasta que el cuello duele y se siente el peso de la responsabilidad de cuidar. Cada visitante tendrá su propia percepción, pero todos salen atravesados, transformados, con otra forma de mirar la vida.

Yo, al final del día, no volví igual. Me llevé la certeza de que la naturaleza no nos pertenece: nosotros le pertenecemos a ella. Y entendí que cada gesto, por mínimo que parezca, tiene peso y significado.

El Alerzal Milenario no impresiona solo por lo que se ve, sino por lo que provoca al estar frente a él. No es un árbol más: es un portal a otra dimensión temporal. Nos obliga a frenar, a callar, a medir nuestra vida con otra vara.

Ahí, frente a un ser que ya estaba en pie cuando ni siquiera existía Jesús ni  las historias que hoy repetimos, lo comprendí: nosotros somos pasajeros; el bosque, lo permanente. Y por primera vez, no fui yo quien lo observaba; fue él quien me miró a mí.

 

Alerce Abuelo. 2600 años. 57 Mts de altura.
  • Info sobre la excursión

 

Safari Lacustre Es una empresa que brinda servicios de Excursiones y Hotelería en el Parque Nacional Los Alerces. Ofrecen una “Experiencia Futalaufquen”. Con la excursión a los Alerces Milenarios, y el traslado y alojamiento en el Refugio Kruger.

Las excursiones al Alerzal tienen costo diferenciado dependiendo edades y residencias, aunque en su mayoría rondan entre los 50 mil y 100 mil pesos para adultos. Menores de 5 años, sin cargo.

Cuentan con un sitio para conocer las excursiones en detalles y realizar las reservas online.Safari Lacustre