Etchecolatz. Un hombre que o conoció el remordimiento, por el contrario hizo del regocijo el emblema de su cruzada asesina. Cumplía sus condenas en una cárcel común, repudiado incluso por su familia.

Entre 1976 y 1979 estuvo al frente de la Dirección General de Investigaciones de la Policía Bonaerense. Bajo su órbita funcionaron no menos de 20 centros clandestinos de detención y otras tantas maternidades clandestinas.

Fui guardador de preceptos divinos”, decía el excomisario general Miguel Osvaldo Etchecolatz en los tiempos en que gozaba de impunidad. “Por ambos fundamentos, volvería a hacerlo”, prometía el genocida que murió en la madrugada de este sábado a los 93 años mientras cumplía sus condenas en una cárcel común y repudiado incluso por quienes fueron su familia.

El represor –nacido el 1 de mayo de 1929– estaba alojado en la Unidad 34 de Campo de Mayo desde casi el comienzo de la pandemia. En las últimas semanas, había sido trasladado a la clínica Estrada de la localidad de Merlo e internado en terapia intensiva. El 27 de junio pasado, lo trasladaron al Sanatorio Sarmiento para colocarle un marcapasos, relataron fuentes judiciales. Había recibido un fallo favorable en la Cámara de Casación para volver a su casa, pero no llegó a materializarse. Finalmente murió este sábado.»​Lamento mucho su muerte! Lamento mucho que se murió sin decir nada! Lamento mucho que no dijo dónde están los desaparecidos, no dijo dónde está Clara Anahí», dijo Rubén López, hijo de Julio López, desaparecido en 2006.